viernes, 25 de marzo de 2016

A 40 años del Golpe genocida: ¡No nos han derrotado!. Multitudinaria movilización a 40 años del golpe en Argentina: imágenes

DOSSIER:
- Multitudinaria movilización a 40 años del golpe militar. MST TV
- A 40 años del Golpe genocida: ¡No nos han derrotado!. La Caldera O.P.


Multitudinaria movilización a 40 años del golpe militar en Argentina. Imágenes
Imágenes de la gran movilización a 40 años del golpe militar, que se realizó del Congreso Nacional a Plaza de Mayo, entrevistas a Alejandro Bodart y Vilma Ripoll dirigentes del MST-Nueva Izquierda.


¡No nos han derrotado!

Buscando el hilo rojo de la revolución...

La Caldera Organización Política

En estos cuarenta años la burguesía más concentrada ha mantenido sus intereses estratégicos a resguardo. Ante el sofocón del 2001 renegoció con fracciones burguesas menores las políticas estatales, como el caso del default, la devaluación, cierto fortalecimiento del proteccionismo y el mercado interno, políticas públicas más distributivas e inclusivas, etc. A cambio obtuvo una relegitimación de las instituciones fundamentales del sistema, la gobernabilidad, y también aprovechó aquellas medidas para sostener altas tasas de ganancias para las distintas fracciones del capital.

Nosotrxs, los sectores populares, en particular quienes apuntamos a la revolución como objetivo de largo plazo, no hemos estado (como diría el cantor) dormidxs, ni mucho menos ausentes, en esta trágica y amarga historia de nuestro continente. Vemos como especialmente valiosos los intentos por abrir, en la lucha por nuestras condiciones de vida, la perspectiva de un futuro distinto al capitalista y patriarcal. 


La lucha contra el autoritarismo estatal, patronal, patriarcal, de la dictadura, y también la lucha por la desobediencia debida bajo la democracia representativa, abrieron caminos. Luchar contra la mercantilización de la educación y la salud. Luchar contra la desocupación, plantar dignidad en nuestros lugares de trabajo. Muchxs buscamos una y otra vez retomar la iniciativa, convertir un estado de defensiva pasiva en una defensiva estratégica y en ese curso retomar el espíritu de ofensiva como oprimidxs que queremos dejar de serlo.

Nuestra apuesta sigue siendo promover el protagonismo popular en todos los campos de la vida. Si esta es la orientación predominante o volvemos a ser furgón de cola de fracciones burguesas, debe ser dirimido en el curso de la lucha del conjunto de lxs oprimidxs de nuestra tierra. Allí aportamos y aportaremos nuestros granitos de arena.

40 años de mega deuda externa

Hace 40 años el entrelazamiento entre los jeques árabes y el capital financiero occidental resultaba en una sobreabundancia de dólares con dificultades de inversión rentable debido a la caída de la tasa de ganancia del capital productivo (ante el fortalecimiento del poder de lxs trabajadorxs y ante un límite en la tecnología de la época). En este marco, buena parte de la burguesía local se asoció con ese capital para imponer golpes de estado en Latinoamérica. Desde allí establecieron una duradera “comunidad de negocios” que hizo uso de la deuda externa como un mecanismo de extorsión para el ajuste permanente y el financiamiento de sus negocios particulares.

Tras el default selectivo de Duhalde, este ciclo largo de la deuda tuvo su momento “pagador serial” en el kirchnerismo, si bien con una quita no menor. Pero esa quita fue hecha reconociendo al poder judicial yanqui como institución soberana ante la cual litigar. El erróneo supuesto de que esa aceptación neocolonial alcanzaría para validar aquella quita y reinsertarse en el mercado mundial, fue asumido implícitamente por el kirchnerismo al decir que los fallos de Griesa -avalados por la CSJ yanqui y la complicidad del gobierno de Obama- “nos dieron una puñalada por la espalda”. El kirchnerismo intentó no romper, sino suavizar esa herida, eligiendo a Scioli para mostrar que querían no romper, sino volver a negociar con los mismos buitres y el poder judicial yanqui. Ante la tibia y ambigua campaña del FPV con Scioli, Cambiemos se mostró como una fuerza “que sabe lo que quiere”, y que sabe “cómo y con quién hacerlo”, ganándole así el Ballotage.

El gobierno de Macri, el estado yanqui y los buitres, socios en la expoliación

Desde su llegada al gobierno, Macri ha procurado terminar de restablecer el alineamiento tradicional al capital financiero occidental. Muestra de ello son el viaje al Foro de Davos, el arreglo con los fondos buitres, el anunciado retorno de las revisiones del FMI, y las reuniones, visitas y muestras de beneplácito de mandatarios como Renzi, Cameron, Hollande y Obama. En cambio, el kirchnerismo venía jugando ambiguamente al respecto, manteniendo una política de "juego a varias puntas" con las principales potencias globales y al mismo tiempo cediendo ante el Club de París, Repsol y el CIADI.

El objetivo de Macri es liberalizar la economía, bajar los costos de producción y ofrecer seguridad jurídica para conseguir préstamos baratos y que la inversión fluya hacia los sectores más competitivos, ligados al uso de la renta de la tierra, aunque seguramente también intentará darle ventajas a algunas fracciones del capital “amigas”, desde el ejemplo general del TPP (que prioriza a EEUU) hasta el del empresariado hoy en el comando estatal. La apertura del cepo cambiario liberó las importaciones, la compra venta de dólares y los giros de utilidades de las empresas extranjeras, el ajuste del gasto público, el techo a las paritarias y los despidos, van todos en esa misma dirección.

Pero amén del enorme crecimiento de la desigualdad y de la mercantilización de la vida que este rumbo provoca de por sí, la avalancha de plata no aparece.

Por el lado de las inversiones extranjeras, la promesa de la "lluvia de dólares" parece estar lejos de cumplirse. La extensión de la crisis internacional empuja a un sostenido descenso de los precios de las comoditties que exportamos. La devaluación hecha y la exención de retenciones al agro, a las mineras, así como el subsidio al precio del barril de petróleo difícilmente restauren la enorme rentabilidad del ciclo anterior para las industrias extractivas y primarias. El sector manufacturero, por su parte, se encuentra fuertemente complicado por la crisis de Brasil (nuestro principal comprador de manufacturas industriales) y por la liberación de importaciones (que genera mayor competencia para las manufacturas de producción nacional).

En este contexto el pago a los buitres es una medida urgente para suplir esta necesidad de dólares vía endeudamiento externo. Ya venimos del préstamo de 5.000 millones de fines de enero, a lo que debemos sumar los 12.000 millones que ofrecerán en bonos, más los préstamos que están tomando las provincias para financiar sus propias cajas.

¿Qué significa este nuevo festival de endeudamiento?

En primer lugar, lejos del "endeudamiento virtuoso" para infraestructura y desarrollo al que apelan los voceros del macrismo, la realidad es que la mayor parte de los dólares entrantes se fugará inmediatamente, yendo a parar a los buitres, a las casas matrices de las multinacionales que girarán utilidades o al pago de importaciones. En segundo lugar, las tasas de interés son altísimas y sólo bajarían con una drástica reducción del déficit fiscal bajo revisión del FMI, déficit agravado por las recientes exenciones impositivas al capital. Todo lo cual lleva a una profundización del ajuste al gasto público que a su vez acentuará la recesión ya en curso. La contracara de esta política es un aumento de la lucha social, que el gobierno pretende regimentar y contener a través de medidas como el protocolo antipiquetes, es decir, recrudeciendo la represión.

La lógica política de imponer una deuda imposible de pagar es generar un mecanismo de extorsión de los prestamistas, a través del cual se aseguran que los gobiernos aprueben medidas más extremas de expoliación a la clase trabajadora a cambio de la posibilidad de refinanciar la deuda. El ejemplo más reciente y notorio es el de Grecia, donde la amenaza de provocarles un default y salida del Euro, por parte del Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI, fue aceptada por el gobierno de Syriza (que ganó las elecciones como una coalición de izquierda para terminar aplicando un severo plan de ajuste neoliberal).

Con opositores así...


El kirchnerismo tiene una gran cuota de responsabilidad en esta situación. Su política de "pago serial" de la deuda externa (defendida con eufemismos absurdos como "pago soberano") disipó de la conciencia progresista y popular las reivindicaciones históricas de auditoría y no pago de la deuda, jugando un rol absolutamente regresivo en este sentido. Hasta hace un tiempo estas consignas contaban con mayor consenso popular y hasta con cierto respaldo legal del propio aparato jurídico burgués, como el fallo del juez Ballesteros. Hoy en día el sentido común es que las deudas se pagan, lo que dificulta el trabajo de propagandizar contra el pago a los fondos buitres.

Por otra parte, la aprobación de las leyes necesarias para el pago a los buitres se hizo con el apoyo de buena parte de los diputados peronistas, y con una oposición light de lo que queda del FPV que apenas pidió “no ceder tanto a la extorsión” y negociar un poco mejor. Y en la sesión de la Cámara de Senadores (donde el macrismo está en clara minoría) se espera que gran parte del bloque del FPV, alentado por los gobernadores peronistas, también vote a favor. No debemos leer esto como una traición de un puñado de vendepatrias, sino como la respuesta previsible de un PJ que nunca dejó de ser el Partido del Orden en Argentina.

El capital financiero está exultante con el curso de los acontecimientos en Argentina. Las visitas de Hollande y Obama le dan al nuevo gobierno un respaldo y legitimidad que el propio Macri todavía no se ha garantizado, reforzando la idea de que volvemos a ser parte del concierto de las naciones avanzadas. Esto viene incluso acompañado de gestos por izquierda, como la visita de sitios de la memoria o la apertura de los archivos yanquis sobre la dictadura. Esos gestos no deben confundirnos: es el mismo imperialismo de siempre, que se presenta con su mejor cara para ocultar el saqueo que está en ciernes.

Desde la izquierda venimos haciendo una oposición consecuente a toda esta política, aunque la construcción de una alternativa de poder está aún "en pañales".

La lucha contra el programa macrista debe retomar las consignas históricas que vastos sectores populares hemos levantado: la auditoría de la deuda externa por parte de una comisión independiente que determine la cesación del pago de la deuda ilegítima. Puede parecer puro consignismo izquierdista, pero es la única solución viable. La propia historia de la deuda nos ofrece herramientas de disputa: las deudas contraídas por dictaduras se denominan en el derecho internacional “deuda odiosa” que no debe ser pagada, la estatización de deudas privadas (entre las que se contaban las de la familia Macri), los distintos negociados realizados en los canjes investigados por la propia justicia, etc. La otra herramienta es la propia evolución del monto de la deuda: tras una década de pago serial el kirchnerismo se va con más deuda que con la que entró y el nuevo gobierno nos está enterrando aún más en el foso del endeudamiento. Se trata de una espiral sin salida, o más bien de la que sólo se sale con una ruptura.

Desconocer esa deuda fraudulenta es una ruptura indispensable para marcarnos nuestro propio camino como pueblo trabajador. El seguro bloqueo que el capital financiero occidental nos provocaría nos exigiría generar fuentes de ahorro interno y solidaridad internacionalista sobre todo en lo científico productivo. Ni hablar que no tiene sentido pedirle esto a Macri. Nuestro repudio a la deuda es más bien un llamado a la necesidad de erigir una fuerza anticapitalista que promueva la más amplia movilización y autoorganización popular con una perspectiva de poder.

Los DD.HH. como campo de disputa y eje de acumulación popular


La última dictadura se construyó sobre la base de una larga lista de herramientas represivas que durante años fueron desarrollando y aplicando las distintas fuerzas del Estado a instancia de los poderes empresariales, eclesiásticos, y de la burocracia sindical como forma de disciplinar las luchas populares, reforzar el patriarcado y perseguir las identidades disidentes. 

El imperialismo jugó un rol importante en el desarrollo de estas herramientas represivas, contribuyendo a profesionalizar las fuerzas armadas en el conjunto del continente latinoamericano. Las fuerzas represivas argentinas (bajo el auspicio de Antonio Caggiano, en ese entonces máximo prelado de la iglesia argentina) se prepararon desde 1957 en la Escuela superior de guerra de Francia, creada a partir de la derrota de su ejército en Indochina en 1954 y su reconfiguración para atacar a la resistencia del pueblo de Argelia. Los ejes de esta formación eran el concepto de enemigo interior, la tortura y el desarrollo de inteligencia, los mismos que siguió la Doctrina de Seguridad Nacional impartida en la Escuela de las Américas, creada por EEUU como respuesta a la creciente injerencia de Francia en la preparación de militares latinoamericanos, y de la que se egresaron genocidas como Videla, Viola, Massera y Galtieri. En este marco se llevó adelante desde 1975 el Plan Cóndor, donde se coordinó la represión y desaparición de personas entre las dictaduras de Latinoamérica, y que de modo restringido hoy se está juzgando en el Tribunal Oral Federal Nº1.

Francia jamás abrió sus archivos y mantiene vigentes leyes de impunidad por los crímenes de la Escuela Francesa, en especial en Argelia. La Escuela de las Américas sigue impartiendo clases: en la actualidad transformada en Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad. Los líderes de estos países no sólo siguen perpetuando la impunidad y cometiendo nuevos crímenes, sino que se presentan como paladines de la democracia y los derechos humanos. Al visitar la Argentina, Hollande paseó por el Parque de la Memoria de la mano de Estela de Carlotto, y ahora Carlotto y Obama expresaron su intención de reunirse. Esto nos debe recordar que el sentido real de los DD. HH. depende de la clase que los empuñe.

Hoy, ante el fortalecimiento de la derecha en el ámbito local y latinoamericano, y la venida de Obama a la Argentina, algunas voces del campo popular llamaron a superar las divisiones que hace tiempo recorren el ámbito de los derechos humanos, para marchar juntos el 24 de marzo golpeando con un único puño.

En los últimos años hemos expresado una diferencia de carácter estratégico sobre el papel del Estado con un gran sector de organismos de DDHH que en estos últimos 12 años han cedido su independencia política para alinearse al gobierno kirchnerista. Esto ha implicado su desdibujamiento como herramienta defensiva de la clase trabajadora, ayudando a legitimar el Estado y su política de recomposición de la acumulación capitalista y de represión a lxs luchadorxs. Basta pensar en integrantes de HIJOS votando la Ley Antiterrorista, en Hebe de Bonafini abrazándose con Milani, en la creación de la policía local en la provincia de Buenos Aires siendo Guido "Kibo" Carlotto secretario de DDHH, el Proyecto X, la desaparición de Luciano Arruga y Julio López y lo lento y fragmentado que fueron los juicios efectivamente realizados durante estos últimos años.

Lo anterior no significa dejar de ver el mayor impacto que tendría un 24 de marzo unificado en torno a un programa de medidas democráticas básicas (puestas en cuestión por el actual gobierno), acción que -sin disolver nuestras diferencias estratégicas- constituiría un piso común para la lucha conjunta que no existió durante la década kirchnerista.

Reconocemos que algunos sectores en la izquierda, como el PO, no comparten esta perspectiva en la cuestión de los frentes de lucha contra el macrismo. Sin embargo, debemos combatir también contra el cliché de que la izquierda es siempre la responsable del sectarismo. Varios organismos de derechos humanos kirchneristas ponen su reivindicación de Néstor y Cristina por encima de la lucha defensiva común.

Por eso en este contexto consideramos que no tiene sentido seguir haciendo apelaciones abstractas a la unidad, sino que debemos reforzar la mayor construcción unitaria que supimos darnos y que expresa el programa de lucha contra una clase dominante que realizó el genocidio y que se beneficia del mismo. Vemos para ello como un piso las consignas elaboradas en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, por centenares de organizaciones sociales y valiosos organismos de DDHH. Así recuperamos la importancia de un espacio que sostiene la unidad al menos dentro de la izquierda, como ningún otro durante veinte años.

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